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Introducción
Hoy te traigo una entrevista a una persona que ya no sufre síntomas de migraña.
Pero es diferente a todas las anteriores porque demuestra que la desactivación de los dolores de cabeza se puede hacer a cualquier edad.
Valeria vive en Lima (Perú) y actualmente tiene 18 años.
Ella es una de mis seguidoras y me descubrió con 15 años. Esto le permitió conocer lo que necesitaba saber para ser una exmigrañosa.
“La migraña es para toda la vida”.
Esta es la frase que Valeria recuerda del día en el que le diagnosticaron la migraña. Pero a día de hoy es exmigrañosa.
Era una niña que profundizaba mucho en todo lo que se proponía. Con solo 4 años se preocupaba por las exposiciones que tenía que hacer en clase y las consecuencias que tendrían.
Como buena PAS (Persona Altamente Sensible) puede estar hablando con alguien y al mismo tiempo saber qué están diciendo o haciendo el resto de personas de su alrededor.
Como Valeria es menor de edad, he preferido no grabarla en vídeo, pero puedes leer sus palabras en esta entrevista.
Entrevista
Valeria, ¿con qué edad empezaste a tener migrañas? ¿Cómo eran?
Me diagnosticaron migraña a los 9 años. Nunca había escuchado ese término, a pesar de que mi mamá y abuela también la padecían. Tengo recuerdos muy borrosos de ese momento, pero hay una frase que no olvidaré. El doctor dijo: “Tienes migraña y es para toda la vida”.
Me preocupaba tener algo que no tenía cura, aunque la verdad es que no sabía exactamente qué era la migraña. Pero no tardé mucho tiempo en descubrirlo.
Ese año, las crisis aparecían una o dos veces al mes. Mis únicos síntomas eran dolor de cabeza y náuseas. A los 10 años ya eran más frecuentes: mínimo una vez a la semana. Entonces tuve mi primer ingreso a emergencias por migraña. Mi peor etapa fue entre los 11 y 12 años.
Las crisis aparecían de 4 a 6 días por semana. Prácticamente vivía en la clínica, en emergencias u hospitalizada: todo el tiempo con una vía intravenosa que goteaba medicamentos para el dolor.
Me hicieron muchos exámenes, como tomografías o resonancias magnéticas, para descartar otras posibles causas del dolor. Pero siempre era la migraña y nada más que la migraña.
Para entonces, los síntomas habían aumentado. Ya no era solo el dolor de cabeza y náuseas; también tenía mareos y la visión en uno de los ojos se me nublaba.
A veces lloraba por el dolor tan intenso y la situación se tornaba peor. Tenía una especie de "ataque nervioso", se me nublaba la visión casi por completo, los oídos se me tupían, los brazos y piernas se me adormecían, la respiración se me aceleraba y el ritmo cardíaco también. Lo pasaba muy mal.
¿Cómo te hacía sentir faltar al colegio y no poder hacer algunas cosas?
Muy triste. No era una niña que realizaba muchas actividades durante el día, pero era muy triste no poder hacer algunas de las pocas cosas que me gustaban sin sentirme mal después.
A pesar de que las crisis eran muy dolorosas y debilitantes, a veces era "muy terca" y hacía actividades y comía alimentos que eran "desencadenantes" de la migraña.
Solo quería vivir como los demás, disfrutando de un rico chocolate o un buen paseo bajo el sol. Pero luego me sentía mal.
En el aspecto escolar también era muy difícil. A veces intentaba asistir a la escuela con dolor, pero era todo un debate. Era (soy) de las niñas que les gustaba aprender todo lo posible, aunque con dolor era difícil entender lo que explicaban los profesores. Entonces no solo sentía dolor, también frustración por querer aprender y no poder.
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Entre los 11 y 12 años, faltaba a clase casi toda la semana. Era triste ver que personas a las que creía amigos, se alejaban de mí simplemente por no asistir a clase. Pero también hubo amigos que se quedaron conmigo y conocí otros nuevos.
Respecto a los profesores, la mayoría me trataba como a cualquier otro alumno, aunque hubo un par de ellos a los que no les agradaba la situación.
Recuerdo a una profesora que no creía que mi dolor fuera tan intenso como para faltar a clase y buscaba motivos para bajarme la nota injustificadamente.
Al colegio tampoco le gustaba mucho mi situación. Pedían constantemente justificantes de mis ausencias, a pesar de que ya se habían presentado todos los documentos respecto a mi estado.
Era muy hostigante, así que mi mamá decidió cambiarme de colegio. En este nuevo colegio me apoyaron más en ese aspecto.
El área directiva estaba informada de todo, así que por ese lado no había problema. Pero no todos los profesores sabían mi situación, así que era un poco incómodo cuando me preguntaban por qué faltaba tanto a clase.
No sé por qué, pero me daban muchos nervios y hasta vergüenza contarles lo que vivía. Aunque nunca me lo dijeron, sé que algunos de ellos pensaban que faltaba sin motivo.
Con mis compañeros la situación era parecida. Solo tenía un par de amigos que sabían lo que me pasaba. Los demás eran indiferentes respecto al tema la mayoría de veces, aunque de vez en cuando hacían algún comentario incómodo.
Ahora sé que yo no tenía la culpa de lo que me pasaba y que no tenía por qué avergonzarme de ello. Creo que si no te hubiera descubierto, Séfora, seguiría siendo la Valeria de antes: la chica que vivía con dolor, miedo y culpabilidad todo el tiempo.
Hace un tiempo me enteré de que al principio me llamaban "loca" simplemente por faltar. Eso me hizo recordar a un doctor que estaba de guardia una de las veces que ingresé a la clínica por migraña.
El doctor dijo en forma despectiva que ya era la tercera o cuarta vez que me veía en emergencias por ese motivo. Luego le dijo a mi abuela una frase que jamás olvidaré: “¿ya tienen cita para que vaya al psiquiatra o al psicólogo?".
En ese momento no me importó porque solo quería calmar mi dolor. Y por cierto, poco le importó al médico cómo me sentía, porqué a pesar de que seguía teniendo mucho dolor, tramitó mi alta médica.
Volviendo al tema escolar, había temporadas en las que me ausentaba varias semanas seguidas y el solo hecho de pensar cómo reaccionarían todos al verme de nuevo, me ponía muy ansiosa y me provocaba migraña. Era un "círculo vicioso".
A veces, cuando solo faltaba un par de semanas, me armaba de valor y asistía, pero a los pocos días aparecía nuevamente el dolor, que me forzaba a quedarme en casa.
Es la primera vez que cuento esto, pero básicamente el año pasado solo asistí unos días a clase y luego estudié en casa. El colegio me apoyó mucho en ese aspecto.
Cuando me sentía mejor me ponía a estudiar, entregaba los trabajos y me presentaba a los exámenes. Y hoy puedo decir que estoy oficialmente graduada.
Es bueno poder contar esto al fin. En Perú no es convencional estudiar en casa, así que posiblemente la mayoría de personas que no conocen bien mi situación, piensen cosas que no son. Tal vez suene un poco negativo, pero sé que es la verdad.
Ahora me estoy preparando para ingresar en la universidad. Estudiaré derecho y eso me tiene muy animada.
La única que me entendía y mostraba apoyo era mi mami. Ella también padeció migraña y era la que pasaba las malas noches conmigo, la que me escuchaba hablar a horas de cómo me sentía, la que me ayudaba a calmar mis lágrimas, la que me hacía sentir que todo estaría bien...
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¿Qué pensaste cuando me descubriste en internet?
Te descubrí en Google. Era principios de noviembre del 2018 y había tenido mi última hospitalización por migraña hacía poco más de un mes.
Quería leer experiencias de otros migrañosos y saber si sentían lo mismo que yo. Buscaba no sentirme tan sola en esto y, tal vez, descubrir qué les había ayudado.
Así que busqué: "relatos de migrañosos". Y lo primero que apareció fue: "entrevistas de ex migrañosos".
Tardé unos minutos en asimilar lo que acababa de leer. ¿Acaso era posible eliminar las migrañas del todo? No lo creía porque el doctor me había dicho que la migraña era para toda la vida. Aún así me dio mucha curiosidad y entré al enlace.
¡Todas las historias eran tan increíbles! Todas esas personas habían pasado por lo que estaba pasando yo. Y todos habían logrado eliminar sus migrañas.
La mayor parte de ese día me lo pasé leyendo tu blog. Descubrí muchas cosas y por primera vez en mucho tiempo me sentí comprendida.
Tus palabras confirmaban que todo el dolor que sentía era real, que yo no me inventaba el dolor (una frase que escuchaba a menudo).
Por aquel entonces tomaba pastillas para dormir y, si no las tomaba, podía pasar toda la noche despierta. Al principio tomaba tres y me hacía efecto rapidísimo . Pero poco a poco mi cuerpo necesitaba más pastillas y llegué a tomar hasta cinco.
Cuando te conocí lo primero que hice fue reducir la dosis de pastillas para dormir con ayuda de pensamientos relajantes. Fue tan fácil que me quedé sorprendida.
¿Realmente la meditación me ayudaría a eliminar las migrañas? No estaba convencida del todo, pero no me costaba nada intentarlo. Ya había probado con medicamentos y cada vez me iba peor. Así que aprender a meditar no era una mala opción. Además, siempre había querido hacerlo.
Al día siguiente me uní a tu grupo de facebook y por suerte, a los pocos días hiciste un directo enseñando a meditar. Mientras meditaba me sentía tan bien… Era como si me transportara a un mundo de paz.
Desde la primera vez que medité, noté los cambios. Estaba más tranquila, más positiva y apenas había sentido dolor. No podía creer que la meditación estaba haciendo todo lo que los medicamentos no pudieron.
¿Qué cambios empezaste a hacer?
Cambios mentales. Comencé a desaprender para poder aprender. Desaprendí muchas cosas, como los "desencadenantes de la migraña". Aprendí que podía comer lo que me apeteciera y no tendría dolor. Aprendí que podía dormir mucho o poco y no tendría dolor. Aprendí que podía estar en un clima frío o caliente y no tendría dolor. Aprendí que podía vivir como todos y no tendría migraña. Cuando empecé con el proceso de curación me funcionó muy bien repetirme la frase: “Todo va a estar bien”.
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Al principio no fue fácil. Pero no dejé de intentarlo y traté de ser lo más positiva posible. Comencé poco a poco.
Comía lo que me gustaba pensando que todo estaría bien. Salía de paseo en días soleados pensando que todo estaría bien. A veces me iba bien y a veces no, pero no dejaba de intentarlo. Era difícil estar unos días bien y luego "recaer". Me desanimaba un poco. Pero leía todos los relatos de personas que ya lo habían superado y eso me reconfortaba.
En un abrir y cerrar de ojos podía hacer que el dolor desapareciera sin necesidad de tomar pastillas. Era como si mi cerebro comenzara a hacer lo que yo le pedía y sabía que lo mejor estaba por llegar.
¿Puedes explicar alguna situación que antes siempre te daba migraña y ahora no y cómo la superaste?
Gracias a tu blog descubrí que soy PAS. Así que ese era uno de mis principales "desencadenantes". Soy perfeccionista y me frustro cuando algo no sale como lo tenía planeado.
Un sonido tan minúsculo como el tic tac del reloj por las noches me pone ansiosa. Ir al centro comercial y que esté repleto de gente me abruma. Pero sobre todo, soy demasiado sentimental y eso me ha jugado muy malas pasadas. Los comentarios desagradables me afectaban mucho aunque no fueran ciertos. Llorar y enojarme me provocaba dolor y por eso trataba de reprimir esos sentimientos.
Pero eso solo me provocaba ansiedad, otro de mis desencadenantes. Ahora me permito sentir lo que me plazca, felicidad o tristeza, y eso ya no me provoca dolor.
¿Tenías miedo de no conseguirlo?
A veces sí, a veces no. Antes de intentarlo tenía muchas dudas. Tenía miedo de no lograrlo y seguir igual. Cuando comencé a meditar, enseguida noté una mejoría y me sentía más positiva. Pero luego tenía una crisis y los pensamientos negativos volvían a mi mente.
Días de mucho dolor, hospitalizada en la clínica. En esos días de "recaídas", me ayudó mucho escribir lo que me pasaba en el grupo de Facebook. Me animaba leer los comentarios comprensivos de todos y gracias a ellos entendí que no tenía "recaídas", que el dolor era parte del proceso de curación. A partir de ese momento, cada vez que sentía dolor, trataba de mantenerme lo más positiva posible. Pronto las "crisis" empezaron a disminuir en intensidad de dolor y síntomas.
Conclusiones finales
Valeria desactivó los síntomas totalmente por sí misma. Leyendo mis publicaciones y planteando sus dudas de manera puntual en mi cuenta de Instagram.
Ahora lleva más de dos años sin crisis. Ya tiene dieciocho años, pero durante los años de su infancia las migrañas le secuestraban la vida.
Pese a su juventud, y a estar en la otra punta del mundo, enfrentó sus miedos y nunca dejó de intentarlo.
A día de hoy Valeria se pregunta: ¿De verdad me dolía la cabeza tantas veces al mes? Porque su normalidad ahora es la del no dolor.
¿Tus recuerdos de infancia también están llenos de dolor? ¿Has comprobado, como Valeria, que tu forma de ser desencadena tus migrañas? ¿Conoces mi grupo de Facebook?
Es el grupo más grande de migraña en Facebook liderado por una ex migrañosa, con más de 5000 personas.
Nos vemos en los comentarios.
Descubre los errores que te alejan de la curación.
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Soluciónalos hoy.

Creadora de Vivir Sin Migraña y autora de este blog.
Trabajo con personas que sufren migraña puesto que soy ex migrañosa y bióloga.